El embalse de Escarra es un lugar de gran belleza en el Pirineo aragonés, aún poco conocido a pesar de su espectacular entorno. Ubicado entre imponentes montañas como la cordillera de Peña Telera, ofrece un paisaje inigualable que sorprende a quienes lo visitan.
Se encuentra en un área de origen glaciar, lo que le otorga un atractivo especial. Desde la presa, las vistas son impresionantes, con aguas cristalinas que reflejan el cielo y las cumbres nevadas, creando una estampa de gran belleza natural.
Para llegar hasta el embalse, existen varias rutas de senderismo. Entre ellas destacan el camino de Crampas o Los Forzados desde Escarrilla y el ascenso por el camino de Sarriales. Cada una ofrece un recorrido diferente, ideal para disfrutar del entorno en su estado más puro.
La construcción de la presa, llevada a cabo entre 1946 y 1955 por EIASA, supuso un desafío debido a la complejidad del terreno y la necesidad de transportar materiales hasta gran altitud. Para ello, se instaló un teleférico que facilitó el traslado de los materiales hasta la zona. La presa, de tipo escollera, se levantó utilizando materiales sueltos.
Además de su valor paisajístico, el embalse de Escarra cumple una función hidroeléctrica clave. Su agua se canaliza a través de una tubería subterránea que atraviesa el pico Pacino, dirigiéndose a la minicentral de Sallent de Gállego, cuya potencia instalada alcanza los 7,1 MVA.
El aspecto del embalse varía según la estación. En primavera y verano, la presencia de ganado es habitual debido a la abundancia de pasto, mientras que en invierno, la nieve transforma el lugar en un paisaje blanco y sobrecogedor.